Estos son los principales distractores de los capitalinos en home office: encuesta

Una encuesta de Kokatu arrojó que hasta el tamalero y el ropavejero suelen distraer a los trabajadores que hacen home office.

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Home office Foto: Pexels.

La pandemia por Covid-19 nos obligó a hacer cambios significativos en nuestras rutinas, personales, familiares, sociales y laborales, un rubro significativo fue el del trabajo en casa o home office, que muchos vivieron y viven durante este periodo que todavía no termina.

Sin embargo, trabajar en casa no es miel sobre hojuelas, ni el paraíso como muchos piensan, ya que además de que puede ser que labores más tiempo que en forma presencial, también tienes más distractores al acecho, Kokatu.com, plataforma de espacios en renta, realizó una encuesta sobre cuáles son las cosas o actividades que más distraen a la gente mientras hace home office.

En las empresas y oficinas, los distractores más comunes eran una charla, ir a la tienda o salir a fumar pero en casa, los mismos trabajadores ahora han revelado cuáles son los nuevos distractores.

1. Los hijos, 23.8%
2. Entregas a domicilio (súper, comida, mensajería) 22%
3. Mascotas, con 17.5%

“Las labores del hogar (limpieza) y preparación de alimentos, también han representado una importante distracción durante la pandemia. En menor proporción, la televisión, la familia y el celular, fueron señalados como otras interrupciones al teletrabajo”, agregó Kokatu en un comunicado.

La encuesta realizada por plataforma también arrojó que un sonido muy popular, típico de la Ciudad de México es un distractor, el del ropavejero (“Se compran colchones…”), que interrumpió con mayor frecuencia a los trabajadores, en comparación con el carrito de los tamales (“Hay tamales, oaxaqueños …”).

Regreso a la oficina

La mayoría de los encuestados manifestó que sí quiere regresar a trabajar a una oficina formal, aunque más de la mitad (casi 60%) quiere hacerlo bajo un esquema híbrido, tan sólo por algunas horas o días a la semana. Un 19% afirma querer regresar de fijo a su lugar original de trabajo, y otro 19% se niega rotundamente a retomar el esquema tradicional de 5 días a la semana en un lugar específico.

“En el corto plazo, las organizaciones deben preguntarse ya no si hay que implementar un esquema híbrido de trabajo, sino cuál es la mejor forma de hacerlo, de modo que esta transición tome en cuenta las opiniones y preocupaciones de los colaboradores y sea lo más eficiente posible desde el punto de vista de la organización”, comentó Mauricio Savariego, fundador y CEO de Kokatu, citado en el comunicado.

“Es un hecho que el modelo híbrido ayuda a las organizaciones a aprovechar lo mejor de su recurso humano, donde quiera que este se encuentre, a disminuir costos y a incrementar el desempeño de sus equipos de trabajo” agregó el directivo.

Fuente:https://www.forbes.com.mx/estos-son-los-principales-distractores-de-los-capitalinos-en-home-office-encuesta/?fbclid=IwAR1L8UbDYoTHVqhpe6ev8H0ExH8ZKZKkJLKuaZ8IiK-E8MRxsYzxQlL2UsY

La mirada de Zoom

Por: Autumm Caines

Foto por Karina Fuerte.
Las videoconferencias ofrecen una sensación ilusoria de control unilateral sobre las conversaciones.

Desde que la pandemia comenzó, los protocolos aparentemente mundanos de Zoom se han convertido en una parte importante de la vida diaria de muchas personas. Encontrar el enlace correcto, configurar los periféricos, gestionar los fallos y deslizamientos en esta forma de comunicación supuestamente “sincrónica”. Al principio, la videoconferencia fue una bendición, una forma en que las cosas podían continuar con una apariencia de normalidad. Pero rápidamente quedó claro que la videoconferencia no es simplemente un sustituto de los encuentros cara a cara. Influye positivamente, es ser asertivos.

Zoom no solamente abrió nuestros hogares a un escrutinio inesperado, sino también nuestros horarios a un flujo de citas durante todo el día, inmediatamente quedó claro cómo es más agotador utilizar Zoom que reunirse físicamente. En el momento de escribir este artículo, el término “fatiga de Zoom” despliega casi 700,000 visitas en Google, de las cuales, la mayoría son listas sobre cómo combatirla. Pero hay otros que tratan de explicarla. Una teoría es que las dificultades en la sincronización debido a la mala conexión pueden causar falsos comienzos e interrupciones, los cuales generan fricción comunicativa y frustración, lo que da como resultado que el mantenimiento de la etiqueta en la conversación sea algo difícil. L.M. Sacasas especula que el cansancio proviene de lidiar con reflejos y proyecciones de nosotros mismos, compensando el trabajo que hacen los cuerpos en el espacio. Zoom nos hace trabajar duro para transmitir y recibir señales sutiles entre nosotros a través del video. Geert Lovink presenta un metaanálisis de las razones propuestas para este suceso, incluyendo lo que él denomina “vértigo de video“, una espiral descendiente que proviene de combinar el trabajo y el entretenimiento en el mismo espacio: necesitas esa video llamada, la hora feliz planeada con amigos para volver a subir tu energía después de tantas llamadas de trabajo, pero estás demasiado agotado de las llamadas de trabajo como para recibir a tus amigos en otra llamada para la hora feliz.

Te observas cuando hablas, mientras te mueves. Eres consciente de ti mismo y te autocorriges en tiempo real.

Pero la fatiga no es la única consecuencia. A medida que Zoom cambia la naturaleza de la relación entre ver y ser visto, también cambia nuestra conciencia de ello: nos hace más conscientes de cómo la visibilidad está mediada por las tecnologías en general. Esto es, llama nuestra atención sobre lo que los teóricos describen como “la mirada”, la cual analiza el poder de las relaciones de mirar y ser visto y cómo estas se consolidan en una forma particular de ver que puede llegar a parecer natural. En este momento, nuestras nuevas condiciones llaman la atención sobre las diferentes dinámicas de poder que entran en juego a medida que las interacciones cara a cara cambian a espacios de video en línea, lo que podríamos llamar “la mirada de Zoom” (aunque, por supuesto, se aplicaría a la telefonía de video en general).  Es fundamental comprender la mirada de Zoom ahora, antes de que se vuelva tan familiar que parezca inmutable, tal como son las cosas ahora.

La maestra de cine, Laura Mulvey teorizó una “mirada masculina” que se estructuraba y reproducía a través de la cinematografía, presumiendo un espectador hetero masculino y representando a las mujeres principalmente como objetos sexuales más que como sujetos. En esta entrevista, Toni Morrison describe cómo rechazó centrar la “mirada blanca” en su ficción: la presunción de una audiencia y la perspectiva blanca como neutra. Si Foucault usó la idea de una “mirada médica” para describir cómo los médicos objetivan los cuerpos de los pacientes para tratarlos, y la mirada “panóptica” para explorar cómo se internaliza la disciplina carcelaria, ¿qué podríamos decir que logra la mirada Zoom? ¿La perspectiva de quién busca naturalizar? ¿La subjetividad de quién se centra y en qué tipo de formas? ¿Qué nos condiciona a ver?

Zoom, como la mayoría de los sistemas de videoconferencia, de manera predefinida te presenta una imagen de ti mismo (asumiendo que le otorgas acceso a la cámara de tu dispositivo). Esto te confronta inmediatamente con tu propia visibilidad; es decir, te ves obligado a verte a ti mismo siendo visto. En cierto sentido, la pantalla se convierte en un espejo, invocando encuentros anteriores con espejos que (según la teoría lacaniana) sientan las bases para que te reconozcas subjetivamente como un objeto para los demás. En una llamada de Zoom, sin embargo, este efecto se magnifica, porque otras personas no son teóricas, sino que están ahí, viendo lo objetivado también. Este yo reflejado persiste, acompañándonos a través de nuestras interacciones a menos que lo descartemos deliberadamente. Te miras a ti mismo mientras hablas, mientras te mueves… Uy, ese mechón de cabello está fuera de lugar. Es consciente de sí mismo y se autocorrige en tiempo real. “¿Mi cara se verá graciosa cuando digo “competencia central?

Este sentido primordial de nuestra visibilidad puede hacernos conscientes de los temas de la auto presentación, abriendo una brecha entre cómo deseamos ser percibidos y cómo sabemos que somos realmente. Puede establecer la idea de un yo “auténtico” o “real” que muestra un yo estratégico o artificial a los demás. Este es un aspecto de la mirada de Zoom: al establecer y normalizar un tipo de auto vigilancia, la plataforma sistematiza este tipo de alienación.

El ser objetivo del yo, no se detiene con su imagen en vivo que captura la cámara. Estar frente a la cámara convierte el espacio que habitas en un escenario personal y todo lo que aparece en él (incluido con quién compartes el espacio) en accesorios. El entorno que elijas o el entorno en el que te encuentras comunica inevitablemente algo sobre tu identidad; en Zoom, esto probablemente se interpretará como elecciones deliberadas. Incluso si apagas la cámara, tu pequeño cuadrado podría convertirse en una foto de perfil, otra opción.

En todo momento, Zoom asume que deseamos ser objetos persistentes de percepción e invita a la idea de que todo lo relacionado con nuestra apariencia se puede personalizar y controlar. Sus valores predeterminados crean la impresión de que somos libres de elegir cómo nos vemos. Incluso podemos elegir fondos virtuales que amplíen lo que podríamos querer señalar sobre nuestra identidad. Pero esta tecnología está lejos de ser perfecta. A veces, los fondos virtuales en Zoom borraban la piel negra por completo. Es difícil tener el control de cómo te perciben cuando el software hace que tu cabeza sea invisible. Pero incluso cuando la tecnología funciona como se esperaba, no puedes corregir la forma en que los demás te ven. Solo puede exponerte a una interpretación sin fin. Este es otro aspecto de la mirada de Zoom: impone una ilusión de control individual sobre las condiciones de la conversación que en realidad varían de persona a persona, y oculta algunas de las dinámicas interpersonales y los prejuicios que pueden estar en juego.

Algo de esto ocurre en el nivel de la interfaz.  Aunque los productos como Zoom ofrecen muchas opciones sobre cómo nos vemos a nosotros mismos y a los demás: cómo colocamos los cuadrados, cómo se dimensionan, quién está en pantalla completa y quién tiene una miniatura, quién está anclado en la pantalla, quién está destacado, si alguien está visible en absoluto: esto significa que cualquier participante tiene menos control o conciencia de cómo los ven los demás. No necesariamente hay un orden visual compartido en la conversación. En Zoom, la configuración de la reunión por sí sola consta de 68 interruptores de encendido / apagado diferentes, muchos de los cuales, cuando se activan, abren opciones adicionales. Los seminarios web y las opciones de grabación complican aún más las cosas. Todas estas posibilidades pueden ser controladas por titulares de cuentas individuales, lo que significa que cada vez que ingresa a una sesión de Zoom, se enfrenta a una nueva configuración de permisos, que puede basarse en cómo alguien más asigna roles a los participantes.

Zoom asume que deseamos ser objetos persistentes de percepción. Sus valores predeterminados crean la impresión de que somos libres de elegir cómo nos vemos.

Zoom ya permite a los anfitriones controlar qué caras se amplían a tamaño completo o aparecen en la esquina superior izquierda de la cuadrícula de todos. En mayo de 2020, la empresa eliminó la configuración de “activar el sonido de todos” para los anfitriones debido a problemas de privacidad, pero ahora la ha recuperado de cierta forma, pero con un matizado “activar el sonido con consentimiento”, que permite a un anfitrión activar el micrófono de un participante individual en cualquier momento, en cualquiera de las reuniones del anfitrión una vez que se les haya dado permiso. Pero este encuadre del consentimiento es problemático, por decir lo menos. ¿Puedes negarte si el anfitrión es tu jefe? ¿Qué pasa si no solo tienen autoridad sobre ti sino también intenciones abusivas? Una próxima actualización promete permitir a los anfitriones establecer unilateralmente una “escena inmersiva” para todos los participantes, esencialmente, un entorno de dibujos animados compartido. Parece que no se menciona el consentimiento o la posibilidad de optar por no participar, pero sus casos de uso de ejemplo incluyen aulas y tribunales, espacios donde las dinámicas de poder están especialmente en juego. Todo esto debilita el control de la cámara, el micrófono y el fondo que de otro modo podrías creer que tienes.

La mirada de Zoom institucionaliza tales dinámicas en formas que pueden ser recientemente oscuras o impactantes. Piensa en el posicionamiento alrededor de una mesa de conferencias con la gerencia siempre a la cabeza: esta dinámica de poder podría recrearse y reforzarse en una escena inmersiva, con la ayuda de un anfitrión que silencia selectivamente los micrófonos individuales y destaca las cámaras para hacer cumplir la agenda. Tales características pueden ocultar quién está concentrado en la reunión y quién puede ocultar su atención a la deriva. Los informes a los que pueden acceder los anfitriones después de las reuniones incluyen el “seguimiento de la atención”, que mide si los asistentes se alejaron de la ventana principal de Zoom durante más de 30 segundos. (¡Espero que no hayas necesitado consultar ese correo electrónico con los números de los últimos trimestres!) Agrega capas de inteligencia artificial que puedan rastrear los movimientos oculares y los tiempos de conversación para crear puntuaciones de participación, y quedará claro cuán disciplinaria puede volverse la mirada de Zoom.

Además, no hay forma de saber quién está teniendo una conversación paralela en otro programa o software (con alguien en la reunión, o incluso con alguien dentro o fuera de la organización) o quién podría estar grabando la reunión con un software adicional o una cámara externa. A diferencia de los encuentros cara a cara, puede haber reuniones dentro de reuniones dentro de reuniones. Se desconoce tanto y se ha quitado tanto control personal, que es fácil que las reuniones se sientan incómodas y ansiosas. La mirada de Zoom ejemplifica una paranoia intensificada sobre cómo se administran las conversaciones, quién está prestando atención y quién controlará la documentación de las discusiones que ya no pueden ser extraoficiales.

La dinámica de poder de una conversación es compleja. En la videoconferencia, el software en sí mismo puede asignar relaciones de poder que pueden o no mapear en las relaciones sociales existentes. En última instancia, la mirada de Zoom comprende cómo los programadores del software ven a los usuarios en abstracto, una perspectiva que puede condicionar todas las demás perspectivas posibles dentro de una videoconferencia. El software nos visualiza a través de las decisiones de los programadores sobre qué permitir y restringir, y cuáles son los valores predeterminados. Codifica a quiénes considera la empresa como los principales clientes de su producto al priorizar ciertas formas de observar y normalizar ciertas suposiciones de cómo deben comportarse los usuarios.

Con Zoom, parece claro que los avances tecnológicos están diseñados para entornos de control jerárquico. Quienes lo crearon decidieron diferenciar los permisos entre anfitriones, coanfitriones y participantes. ¿Qué pasaría si las herramientas de videoconferencia funcionaran más como un teléfono en el sentido de que todos los participantes de la llamada tuvieran los mismos permisos? Las grandes plataformas de videoconferencia como Zoom siempre valoran y dan más poder a quienes establecieron la reunión. El diseño de la plataforma parece asumir que esta persona es benevolente y tiene solo las mejores intenciones, pero no hay garantía de eso. La verdad es que el anfitrión es simplemente el cliente (o empleado del cliente) que ha comprado una herramienta para administrar el control que permite el software.

Esto se manifiesta no solo en quién tiene permiso para hacer qué, sino en cómo el software normaliza las posturas particulares de la mirada. Debido a que normalmente miramos a los ojos en la pantalla en lugar de la cámara, el contacto visual puede ser torcido, lo que puede enviar un mensaje involuntario de que no estamos atentos, estamos aburridos y no estamos interesados. Apple ahora ofrece una función que autocorrige esta realidad física de tu mirada con realidad aumentada, imponiendo una norma de contacto visual (simulado). En un tono retorcido, el lenguaje que describe esta configuración en la interfaz afirma que “establecerá un contacto visual natural mientras esté en FaceTime”, aunque este contacto visual no es para nada natural.

La mirada de Zoom comprende cómo los programadores del software ven a los usuarios en abstracto.

Pero la mirada impuesta por el software también es una cuestión de riesgos que los ingenieros han pasado por alto. A medida que la pandemia se intensificó y más personas comenzaron a realizar videoconferencias, aumentaron los incidentes de “zoombombing”. Esta forma de trolling a menudo se envalentonaba con la configuración predeterminada que permitía a cualquiera ingresar a cualquier habitación sin una contraseña o la entrada de un anfitrión. Los enlaces para “Unirse” se pueden pasar en las redes sociales y en los foros de discusión dedicados a “zoombombing”, lo que permite ataques coordinados. Los bombarderos podrían incluso intentar adivinar los enlaces al azar probando diferentes combinaciones de letras y números. Otras configuraciones predeterminadas que permitían que cualquiera en la llamada compartiera la pantalla les permitía hacerse cargo de las imágenes de una reunión, permitiéndoles ocupar efectivamente el espacio del escritorio de todos reproduciendo música fuerte o gritando en el micrófono.

Cuando estas configuraciones fueron señaladas como problemáticas, el CEO de Zoom, Eric Yuan, se disculpó y prometió hacer cambios. Pero al mismo tiempo también señaló que el producto se estaba utilizando de formas que la empresa no había imaginado, como si esto fuera una excusa. La miopía fue una elección. Zoom anticipó solo ciertos casos de uso y desarrolló el producto para ciertos usuarios: “grandes instituciones con soporte de TI completo”. Con algunos modelos de amenaza e inclusive una consideración leve de las perspectivas marginadas, algunos de los casos más problemáticos, que incluían incidentes de racismo, sexismo, antisemitismo y homofobia, podrían haberse evitado.

Las diversas permutaciones de configuraciones en diferentes plataformas de video son virtualmente innumerables. Cuando ingreses a una reunión, ¿la cámara y el micrófono se encenderán automáticamente sin previo aviso? ¿Qué pasa si lo que más quieres es escuchar y estar en pijama? ¿Podrás chatear con mensajes de texto durante la reunión? ¿Se grabará? Es imposible saberlo de antemano y no existen normas culturales establecidas que obliguen a los anfitriones de las reuniones a comunicar esos matices de antemano. En cambio, la mirada de Zoom institucionaliza actualmente la incertidumbre como norma.

La dinámica de poder cambia con el tiempo a medida que las plataformas se actualizan y la visión de las empresas sobre nosotros cambia. En una publicación reciente de blog, Zoom reveló nuevas características, incluida una sala de espera de video que podría introducir más asimetrías entre los observadores y los observados. La compañía está desarrollando un mercado que puede hacer que el dinero sea un factor más directo sobre quién puede permitirse qué tipo de privilegios dentro de las reuniones. Y las herramientas de inteligencia artificial pronto podrán raspar los detalles de las reuniones grabadas para crear “cintas destacadas” que puedan recontextualizar las actuaciones de formas imprevistas y replicar los sesgos existentes, como lo hacen inevitablemente las técnicas de aprendizaje automático basadas en datos históricos, como muestran prejuicios raciales y de generó muchas historias sobre la replicación de la IA.

Aunque el abuso y la fatiga son facetas, la mirada de Zoom es mucho más amplia. Sí, es esa luz que vemos en los ojos de la abuela cuando ve a los nietos que no pueden venir a visitarnos y toda la felicidad que nos prometen los comerciales y la publicidad de las teleconferencias. Pero también es la vergüenza, la vergüenza y tal vez la pérdida del empleo que surge de hacer algo inapropiado cuando pensabas que la cámara estaba apagada. Es el estudiante sollozando después de tomar un examen supervisado por video donde la inteligencia artificial incorporada lo marcó falsamente por hacer trampa. Es el sistema judicial el que se vuelve más corrupto y menos justo debido a los juicios por video remotos que dejan fuera a los observadores de la corte. Es la erosión de las libertades que se produce cuando las políticas de las empresas de teleconferencia se utilizan para tomar decisiones sobre quién puede tener una reunión y quién no.

A pesar de que la mirada de Zoom existía de manera pre pandémica, sus efectos ahora se amplifican, gracias no solo al mayor volumen de video llamadas, sino también a la diversidad de situaciones en las que se han adoptado. A medida que la pandemia nos empuja a usar estas tecnologías para lo que no podemos hacer en persona, no olvidemos a qué estamos renunciando para hacerlo. Pensando en la mirada – quién está mirando y cómo nos miran; quién controla el entorno de observación y cómo se sistematizan las dinámicas de poder, nos permite mirar más allá de cómo las empresas quieren que veamos sus productos. A Zoom le gustaría habituarnos a estos nuevos alineamientos de poder hasta que los consideremos normales y naturales, pero no tenemos que aceptar esto sin crítica. Deberíamos cuestionar estas alineaciones y resistir tal habituación ahora, para que podamos moldear más cuidadosamente cómo queremos que se vea la unión cuando lo social ya no esté distante.

Autumm Caines trabaja como diseñadora instruccional en la Universidad de Michigan – Dearborn, su nombre se escribe con dos M. Puedes encontrar más información sobre ella en autumm.org.

Este artículo se publicó originalmente en inglés el 7 de diciembre de 2020 en la revista Real Life: https://reallifemag.com/the-zoom-gaze/

Fuente:https://observatorio.tec.mx/edu-news/la-mirada-de-zoom

La inflación y los fantasmas que evoca

Por: Valeria Moy

FOTO: VICTORIA VALTIERRA/CUARTOSCURO.COM

La semana pasada el dato de inflación originó diversos comentarios, muchos alarmistas aduciendo que la inflación estaba fuera de control y otros tomando la postura contraria sugiriendo que el incremento únicamente se debía a la base de comparación. En esta época tan polarizada, hasta el dato inflacionario tiene que venir acompañado de una narrativa. Es extraño que se necesiten explicaciones para dar contexto a la variable económica mejor percibida por la población.

La inflación es el aumento sostenido y generalizado en el nivel de precios de la economía. Es una tasa de cambio entre dos niveles del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), un porcentaje, ni más ni menos. El INPC considera una canasta amplia de bienes y servicios representativos de un consumidor. A partir de la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares, se determina qué consumen los hogares mexicanos y se ponderan los diferentes bienes y servicios consumidos por la fracción de ingreso que les dedicamos. Las ponderaciones se mantienen constantes por varios años, hasta que se ajustan para que sigan siendo representativas de los patrones de consumo.

La lectura de la semana pasada mostró que los precios de la primera quincena de abril aumentaron 6.05% respecto al mismo periodo de 2020. Algunos bienes mostraron aumentos de doble dígito y fueron muy notorios para cualquier consumidor. Los energéticos, en general, aumentaron 28.22%. El incremento en el precio del gas LP fue el mayor, una subida de 37.1%. Las gasolinas, Magna Premium, subieron 33.5% y 34.9%, respectivamente.

Desde luego que hubo un efecto en la base de comparación. El abril del 2020 estuvo marcado por el gran confinamiento global, con un paro abrupto de cadenas productivas, que llevó la inflación a mediciones bajas, en particular, por el exceso de oferta de hidrocarburos que repercutió en la disminución en el precio de varios energéticos, bienes que están relativamente muy ponderados en el INPC. No olvidemos, además, que México importa una gran cantidad de energéticos —más de la mitad de la gasolina y alrededor de 70% del gas que consumimos— cuyos precios dependen de su cotización global. Hay que considerar también ritmo en la recuperación de EU y China, que incide en el incremento de precios.

El presidente se metió —y nos metió— en un embrollo al hablar de “precios reales”. No hay precios reales. Los precios son la variable nominal por excelencia. Lo que sí hay son incrementos por arriba o por debajo de la inflación, pero al hablar de gasolina y otros combustibles, es hacer una referencia circular. Los precios de los energéticos son un componente fundamental de la inflación, al igual que otros bienes alimenticios considerados en el rubro no subyacente, que alcanzó un incremento de 12.21% en un año.

La inflación no está fuera de control, pero el incremento observado no es irrelevante. No se vale aducir efectos de base de comparación cuando ésta suba, pero olvidarse de ellos cuando la inflación baja.

Para bien o para mal, a la economía mexicana todavía la asustan algunos fantasmas, como el de las devaluaciones o el de la deuda externa. Ojalá el de la inflación se vaya pronto, pero el 6.05% ya les dio un buen susto a los bolsillos de los mexicanos.

Publicado en El Universal

Fuente:https://imco.org.mx/la-inflacion-y-los-fantasmas-que-evoca/

Economía circular e innovación verde, pilares para la recuperación y la resiliencia post COVID-19

economía circular e innovación verde
Matteo Grazzi – Simone Sasso 

La pandemia nos ha recordado con dureza la necesidad de estar preparados para la llegada de una crisis. Y nos brinda una ocasión única en América Latina y el Caribe para diseñar estrategias de recuperación económica que incorporen elementos de economía circular e innovación verde. Descubre cómo estos modelos pueden volver a la región más resiliente y dar mejores resultados en términos de reactivación empresarial y empleo.

En la filosofía aristotélica, el movimiento circular representa la perfección propia de los cuerpos celestes, mientras que el movimiento lineal es, por su misma naturaleza, algo de terrenal, imperfecto. Aunque Aristóteles nunca aplicó este concepto a la esfera económica, la emergencia del COVID-19 nos está demostrando en la práctica la imperfección y vulnerabilidad de los actuales modelos lineales también en este ámbito.

Estamos experimentando de primera mano la fragilidad de los modelos económicos lineales basados en la producción, consumo y desecho de productos a partir de la extracción y transformación de materias primas. Pensemos en la cantidad de bienes clave para nuestras economías, tales como los productos informáticos y electrónicos, que son fabricados con un uso intensivo de materiales escasos como el indio y el cromo, que no se podrán producir más cuando las reservas de estos metales se agoten. Además, estos modelos no garantizan la resiliencia a choques externos (como el actual), sino que, al contrario, generan resultados económicos positivos solo hasta cierto punto; o en jerga económica, hasta una “frontera productiva”, más allá de la cual producir y consumir tiene impactos negativos sobre el crecimiento económico y el bienestar humano.

La pandemia nos ha enseñado la necesidad de estar preparados para la llegada de una crisis. Además, ha puesto en evidencia que postergar decisiones que podrían parecer inconvenientes o no estrictamente necesarias en el corto plazo (por ejemplo, invertir en investigación científica o reducir el uso de energía no renovable) puede tener costos enormes en el mediano y largo plazo. En su gran mayoría, los países de América Latina y el Caribe (ALC) no estaban preparados para la llegada de la pandemia, y están aún menos preparados para enfrentar las enormes repercusiones económicas y sociales que podría causar una emergencia climática o medioambiental.

Al tener más del 50% de la biodiversidad del planeta, la región se presenta particularmente frágil y vulnerable al cambio climático. Basta pensar en el impacto que la suba del nivel del mar o los fenómenos climáticos extremos como los huracanes y las tormentas ya están produciendo en muchas áreas costeras y hábitats marinos de Centroamérica y del Caribe, para entender que las repercusiones económicas de una crisis medioambiental podrán ser mucho más devastadoras, al golpear sectores clave de estos países como el turismo, la agricultura o la pesca.

No volver a encerrarse en modelos obsoletos

En este contexto, la economía circular desempeña un papel central para romper el vínculo entre la extracción de recursos naturales y el crecimiento económico. En la economía circular, el valor de los productos, materiales y recursos se mantiene (o se regenera) durante el mayor tiempo posible, y la generación de residuos se minimiza. La economía circular va estrictamente de la mano con la innovación, que, de hecho, es clave para mover la frontera productiva y desacoplar el crecimiento económico del uso de los recursos naturales, desarrollando soluciones que permiten usar menos tierra, agua, energía y materiales, o usar estos recursos de manera más eficiente durante su vida útil.

Por eso, es importante que los países salgan del encierro de sus economías, sin volver a “encerrarse” en tecnologías de producción contaminantes y en modelos de negocios obsoletos.

En la región latinoamericana, científicos, tecnólogos y emprendedores ya se están movilizado para aprovechar las oportunidades que ofrece la economía circular, diseñando e implementando soluciones innovadoras y verdes. Por ejemplo, en Guatemala, The New Denim Project de la firma Iris Textiles, logró convertir el desecho textil de las maquilas de jeans en fibra para hilar y confeccionar textiles reciclados de alta calidad. El proceso de fabricación es libre de químicos y utiliza cantidades mínimas de agua y energía. Además, la empresa envía sus proprios residuos naturales de hilatura a otra empresa local que los utiliza como fertilizante natural para su producción de café, como se ve en la foto.

Los desechos de fibra de algodón después de la producción de reciclaje van a una finca de café para su uso como compost. Foto: New Denim Project – Iris Textiles / Finca San Jerónimo

En Chile la empresa Ecofibra utiliza insumos similares a los de The New Denim Project (es decir, residuos textiles), pero transformándolos en paneles aislantes para la construcción. Cabe destacar que esta firma ha sido apoyada por Corfo, la agencia chilena de fomento a la innovación, a través de su programa Innova Circular.https://platform.twitter.com/embed/Tweet.html?dnt=true&embedId=twitter-widget-0&features=eyJ0ZndfZXhwZXJpbWVudHNfY29va2llX2V4cGlyYXRpb24iOnsiYnVja2V0IjoxMjA5NjAwLCJ2ZXJzaW9uIjpudWxsfSwidGZ3X2hvcml6b25fdHdlZXRfZW1iZWRfOTU1NSI6eyJidWNrZXQiOiJodGUiLCJ2ZXJzaW9uIjpudWxsfX0%3D&frame=false&hideCard=false&hideThread=false&id=1281421630103851008&lang=es&origin=https%3A%2F%2Fblogs.iadb.org%2Finnovacion%2Fes%2Feconomia-circular-innovacion-verde-post-covid-19%2F&sessionId=0c6faaa393d92f7211967fbc68a93966851ab644&theme=light&widgetsVersion=b5cd9ac%3A1619504549508&width=500px

En Brasil, la empresa cosmética Natura, además de ofrecer envases recargables para sus productos de belleza y cuidado personal, utiliza materiales reciclados (vidrio y PET reciclados) o completamente reciclables (“plástico verde”, hecho de caña de azúcar) para sus envases. En México, la startup Geco, ha desarrollado un plástico fabricado con cáscara de naranja, de fácil y rápida biodegradación, que tiene muchas aplicaciones en las industrias de envasado, embalaje y en muchísimos otros sectores como la industria biomédica. Este caso fue destacado en nuestra reciente publicación sobre emprendimientos científicos.  https://platform.twitter.com/embed/Tweet.html?dnt=true&embedId=twitter-widget-1&features=eyJ0ZndfZXhwZXJpbWVudHNfY29va2llX2V4cGlyYXRpb24iOnsiYnVja2V0IjoxMjA5NjAwLCJ2ZXJzaW9uIjpudWxsfSwidGZ3X2hvcml6b25fdHdlZXRfZW1iZWRfOTU1NSI6eyJidWNrZXQiOiJodGUiLCJ2ZXJzaW9uIjpudWxsfX0%3D&frame=false&hideCard=false&hideThread=false&id=1288107008038592518&lang=es&origin=https%3A%2F%2Fblogs.iadb.org%2Finnovacion%2Fes%2Feconomia-circular-innovacion-verde-post-covid-19%2F&sessionId=0c6faaa393d92f7211967fbc68a93966851ab644&theme=light&widgetsVersion=b5cd9ac%3A1619504549508&width=500px

La economía circular es también central para hacer a los países de ALC menos vulnerables a los riesgos asociados con el sistema de cadenas globales de valor, en términos de fluctuaciones de precio y disponibilidad de algunos insumos básicos. La crisis del COVID-19 ha provocado una disrupción sin precedentes en las cadenas globales de valor y la región está pagando un precio particularmente alto, debido a su dependencia tanto de la extracción y exportación de recursos naturales (como minerales y metales), así como de la importación de bienes intermedios y básicos de otras regiones del mundo. Como se ha evidenciado en este mismo blog, si pertenecer a una cadena de valor global era visto como una ventaja (por los grandes beneficios que traían a las empresas participantes en términos de flujo de conocimiento e innovación, y acceso a mercados globales), ahora puede representar una debilidad, que está forzando a muchas empresas e industrias enteras de la región a repensar y transformar el tipo de participación en su cadena de valor.

La oportunidad de la economía circular y verde

Por todas las razones mencionadas, los próximos meses representan una oportunidad única para diseñar estrategias de recuperación económica que incorporen elementos de economía circular, en lugar de volver simplemente al “business as usual” o “lo de siempre”. Un enfoque circular no solo puede hacer a las economías de la región más resilientes, sino también puede dar mejores resultados en términos de reactivación empresarial y de empleo. Según estimaciones recientes, los modelos de economía circular pueden proporcionar un valor de 4,5 billones de dólares (trillions en el mundo anglosajón)  de aquí al 2030, evitando el desperdicio, haciendo las empresas más eficientes y creando nuevas oportunidades de empleo.

Economía circular: una oportunidad estratégica

Un estudio reciente del premio nobel Joseph Stiglitz, Nicholas Stern y otros economistas de renombre internacional, tras analizar más de 700 posibles políticas de estímulo post COVID-19, señala que las políticas orientadas a promover la innovación verde y la economía circular, tales como las inversiones públicas en I+D orientadas al desarrollo de tecnologías medioambientales, generan más empleos y mayores retornos a corto plazo, así como permiten un mayor ahorro de costos a largo plazo, en comparación con los paquetes de estímulo fiscal tradicional.  Invertir en la recuperación verde y circular no es un lujo, sino un núcleo esencial de la respuesta a esta y a futuras crisis.

Ya varios países dentro y fuera de la región están reconociendo esta oportunidad. En Europa, han pedido que el Pacto Verde Europeo sea central para los planes de recuperación post COVID-19 de la Unión Europea. Además, durante la pandemia, la Comisión Europea ha lanzado un sólido Plan de Acción para la Economía Circular, que incluye iniciativas para transformar las economías europeas a lo largo de todo el ciclo de vida de los productos. En la misma línea, Corea está fortaleciendo la agenda del Nuevo Pacto Verde, prometiendo alcanzar cero emisiones para el 2050.

En ALC, Chile, durante las primeras fases de la emergencia sanitaria, ha elaborado una versión actualizada de su Contribución Determinada a Nivel Nacional para la mitigación del cambio climático (NDC, por sus siglas en inglés), y se ha comprometido a desarrollar durante el 2020 una Hoja de Ruta de Economía Circular para los próximos 20 años, reconociendo la importancia que la economía circular tendrá para mejorar el bienestar después de la pandemia.

Una región latinoamericana más circular no es una utopía y los paquetes de recuperación económica post COVID-19 representan una ocasión única para invertir en un modelo de crecimiento económico más resiliente y limpio. En la medida que las políticas públicas combinen, por un lado, el fomento de las capacidades científicas locales y la cooperación regional para el desarrollo de tecnologías verdes y, por otro, provean incentivos para su difusión y adopción por parte de empresas y ciudadanos, la región tendrá más posibilidades de volverse más productiva, resiliente, circular y, por lo tanto, menos imperfecta.

¿Cómo ves el avance de los modelos de economía circular e innovación verde en tu país? ¿Qué se necesita para impulsarlos aún más? Cuéntanos en los comentarios.


Descarga nuestras recientes publicaciones

Estas son algunas publicaciones resultantes del programa de investigación sobre innovación verde en América Latina y el Caribe, realizado por la División de Competitividad, Tecnología e Innovación del BID. Otras serán publicadas próximamente en la biblioteca del BID. Seguiremos impulsando nuevas investigaciones y proyectos sobre cómo acelerar modelos de economía circular e innovación verde en las políticas públicas de ciencia, tecnología e innovación de los países de la región.

Fuente:https://blogs.iadb.org/innovacion/es/economia-circular-innovacion-verde-post-covid-19/?fbclid=IwAR1UA9rciFBTMk5RUgJabUvaVzxc3F3Ji5Qw3GNcBSaIlLGNRV7QAtotpME

Resultados del Índice de Competitividad Estatal 2021

Índice de Competitividad Estatal 2021 del IMCO
  • Ciudad de México es la única entidad con competitividad alta.
  • Guerrero es la entidad menos competitiva.
  • Seis de las 32 entidades tienen competitividad baja.
  • Sinaloa es la entidad con el mayor avance, mientras que Hidalgo tiene el mayor retroceso.
  • El Índice de Competitividad Estatal 2021 (ICE) encontró que Yucatán es el estado más seguro, la CDMX es la más innovadora, Chihuahua es el mejor conectado y Sinaloa tiene las mejores condiciones laborales.
  • En promedio, todas las entidades empeoraron su crecimiento del PIB (pasaron del 1.2% al -2.3%).

La pandemia trajo a México grandes daños, por lo que necesitamos conocer cómo están las entidades para entender dónde pueden mejorar. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en su Índice de Competitividad Estatal 2021 (ICE), permite entender la capacidad de las entidades para hacer frente a los retos del futuro.

En el ICE 2021 encontramos que, en términos de competitividad, existen varios Méxicos, y en los extremos están las entidades más y menos competitivas. En promedio, las entidades más competitivas (lugares 1 a 5) tienen:

  • 8 años de escolaridad (promedio de las 32 entidades: 7.9)
  • 52% de los trabajadores tienen acceso a instituciones de salud (promedio de las 32 entidades: 40%).
  • 41% de los trabajadores son informales (promedio de las 32 entidades: 54%)
  • $8,972 de ingreso mensual promedio (promedio de las 32 entidades: $7,456)
  • 8 patentes por cada 100 mil personas económicamente activas (vs. 1.8 del promedio de las 32 entidades).

Por su parte, las entidades menos competitivas (lugar 28 al 32) al compararlas con las más competitivas, muestran:

  • Dos años menos de escolaridad.
  • La mitad del porcentaje de trabajadores con acceso a instituciones de salud.
  • 7 veces más informalidad
  • Un ingreso promedio 36% menor para los trabajadores
  • Una economía 14% menos diversificada.
  • 90% menos patentes por cada 100 mil personas económicamente activas.

Resultados del Índice de Competitividad Estatal 2021 (ICE)

En el IMCO definimos la competitividad de los estados como su capacidad para forjar, atraer y retener talento e inversión. El índice está compuesto por 72 indicadores que forman 10 subíndices. Los resultados de las entidades permiten clasificarlas en 6 grupo de competitividad:

Resultados del Índice de Competitividad Estatal 2021

Destaca:

  • Ciudad de México es la única entidad con competitividad alta.
  • Guerrero es la entidad menos competitiva (competitividad baja).
  • Nuevo León, Querétaro, Coahuila y Jalisco tienen competitividad adecuada.
  • Veracruz, Tlaxcala, Tabasco, Oaxaca, Chiapas y Guerrero tienen competitividad baja.

Las tres entidades con mayores avances son:

  • Sinaloa. Avanzó siete lugares (del 14 al 7) porque subió 10 posiciones en Economía, ocho en Político y seis en Innovación.
  • Nayarit. Subió cuatro posiciones (del 19 al 15), debido a que avanzó 10 lugares en Mercado de factores (mercado laboral), cinco en Gobiernos y cuatro en Derecho.
  • Tamaulipas. Aumentó tres lugares (del 15 al 12), porque avanzó 10 lugares en Derecho, ocho en Economía y cuatro en Sociedad.

Las tres entidades con mayores retrocesos son:

  • Hidalgo. Retrocedió cinco lugares (del 17 al 22) porque bajó siete posiciones en Político, seis en Gobiernos y tres en Mercados de Factores.
  • Chihuahua. Bajó cuatro posiciones (del 7 al 11) debido a que cayó seis lugares en Innovación, tres en Político y tres en Derecho.
  • Quintana Roo. Cayó cuatro lugares (del 12 al 16) porque retrocedió 14 en Economía, seis en Medio ambiente y cinco en Precursores.

Nuestro estudio permite conocer quién lo hace mejor y quién lo puede hacer mejor, a pesar del impacto de la pandemia, en las diferentes áreas, por ejemplo:

  • Seguridad | Yucatán es el más seguro.
  • Innovación | CDMX es la más innovadora.
  • Conexión con el exterior | Chihuahua es el mejor conectado.
  • Condiciones laborales | Sinaloa tiene mejores condiciones laborales.
  • Economía | Todas las entidades empeoraron en el crecimiento del PIB. Pasó del 1.2% -2.3% (promedio de la tasa de crecimiento real de los últimos 3 años).
  • Desigualdad salarial | todas las entidades empeoraron. Cayó del 2 al 2.7 (cociente entre personas que ganan hasta dos salarios mínimos y personas que ganan más de dos salarios mínimos).

El índice da seguimiento puntual a los principales indicadores que nos dan el pulso de la competitividad de cada una de las entidades federativas y señala la ruta para mejorar, por ello, IMCO Propone:

  • Aprovechar las facultades de las entidades para desarrollar programas de nivelación académica y de reincorporación de alumnos que complementen la política federal ante los efectos de la pandemia.
  • Desarrollar capacidades para la generación y procesamiento de datos que mejoren la toma de decisiones de política pública y faciliten trámites y servicios, para promover la transformación digital.
  • Adecuar la legislación presupuestal estatal con el fin de crear controles a las modificaciones presupuestales de los poderes ejecutivos estatales, para evitar que los recursos sean reasignados sin aprobación previa del congreso local, evitando así la discrecionalidad en su uso.
  • Reformar las leyes de adquisiciones y obras públicas estatales para incluir protocolos y lineamientos específicos para la contratación y ejecución de compras en tiempos de emergencia.
  • Promover la inserción de los estados del sur-sureste del país en la cadena productiva de América del Norte, mediante mejoras regulatorias e inversión en infraestructura y conectividad.
  • Crear sistemas estatales de innovación que incentiven y recompensen los esfuerzos en materia de innovación aplicada, y que generen un vínculo entre el sector privado y los generadores de patentes.

Consulta el micrositio con los resultados en: www.imco.org.mx/indices

Fuente:https://imco.org.mx/resultados-del-indice-de-competitividad-estatal-ice-2021/?fbclid=IwAR0kisbIuUrQVFBOmHjDrmSVsCwalAHABJ1NzonbvNb6Vcrs1wumc5pG990

Digitalización acelerada: lo que la pandemia le enseñó a las universidades

Blanca Torrico 

Un año atrás con la llegada del COVID-19, más de 23 millones de estudiantes y 1,4 millones de profesores fueron afectados por la suspensión de las clases presenciales en los campus universitarios de todos los países de América Latina, según estimaciones de la Unesco. ¿Pudieron las universidades adaptar rápidamente sus mecanismos operativos y pedagógicos para funcionar en línea de forma efectiva? ¿Cuáles han sido los principales desafíos? ¿Qué lecciones deja la pandemia a las universidades latinoamericanas?

Antes de ensayar algunas respuestas, es importante mencionar que la emergencia sanitaria se ha dado en un contexto de retos competitivos a los cuales las instituciones de educación superior ya se venían enfrentando, producto del cambio tecnológico acelerado en la sociedad y la economía. Ya para nadie es extraño que la tecnología ha venido redefiniendo los oficios y puestos de trabajo, permeando a todas las ocupaciones y provocando cambios en los tipos de habilidades y conocimientos requeridos, así como en los modos de enseñar y aprender. Tampoco es desconocido el crecimiento exponencial de contenidos educativos en Internet que están disponibles para todas las personas con acceso a la red.

Asimismo, las universidades han venido observando un incremento de competidores con la aparición de nuevos modelos para la educación en línea tales como Coursera, Crehana o Platzi, la entrada de universidades corporativas abiertas al público con una oferta de cursos tecnológicos como Amazon University y el surgimiento de startups educativas especializadas en la formación rápida e intensiva en habilidades digitales avanzadas, también conocidas como bootcamps de programación.

Teniendo en cuenta estos factores y buscando responder a las preguntas anteriormente planteadas, el BID organizó en Costa Rica, el 10 y 11 de marzo pasado, un foro virtual denominado “Digitalización acelerada: lo que la pandemia le enseñó a la educación”, cuyo segundo día estuvo centrado en las universidades y en nuevas modalidades de educación disruptiva.

La transición digital debe ser prioridad

En la presentación central del evento, Juan Carlos Navarro, asesor senior de la División de Competitividad, Tecnología e Innovación del BID, se planteaba, a partir de lo vivido en el primer año de pandemia, ¿cómo se adapta la universidad latinoamericana al rápido cambio tecnológico y económico? Una de sus conclusiones principales: “la transición digital de las universidades es un tema urgente”.

La evidencia parcial disponible nos indica que, durante la pandemia, la principal barrera para el aprendizaje en línea no fue la falta de conectividad o de dispositivos digitales por parte de los estudiantes universitarios, independientemente de su nivel socioeconómico. El hecho más resaltante es que ha habido una diferencia notable entre las universidades bien preparadas, las mínimamente preparadas y las nada preparadas para la transición a la enseñanza en línea.

Adicionalmente, si bien las autoridades universitarias reconocieron rápidamente la necesidad de explorar nuevos caminos pedagógicos, en medio de la crisis lo que aconteció fue que la gran mayoría de la instrucción en línea reprodujo la entrega de clases presenciales a través de las plataformas digitales de videoconferencia como Zoom, Microsoft Teams o Google Meet. Sin embargo, aunque la mayoría de los profesores universitarios recibieron entrenamiento en el uso este tipo de plataformas, la capacitación en metodologías de enseñanza online fue escasa o nula.

Aprendizajes para el período post Covid-19

Ante el escenario complejo de cambios económicos y revolución digital que estamos viviendo, ¿cuáles son los riesgos y oportunidades para las universidades latinoamericanas en el periodo post Covid-19? Todo apunta a que es necesario capitalizar los aprendizajes del 2020 y competir desarrollando nichos y explotando oportunidades. Entre estas podemos mencionar:

  • Aprovechar la apertura y entusiasmo por la educación en línea.
  • Planear un proceso de digitalización a la medida para cada institución, buscando desarrollar resiliencia ante futuras crisis y aprovechar las oportunidades de las nuevas tecnologías.
  • Explorar decididamente alianzas con actores no tradicionales, por ejemplo, los bootcamps de formación digital o las grandes empresas de tecnología.
  • Estrechar lazos con los sistemas locales de emprendimiento e innovación.

No obstante, no debemos perder de vista los riesgos que existen tanto para las universidades como para la política pública. En el caso de las universidades, el riesgo de la complaciente vuelta a lo de siempre, en la forma de un abandono de la experiencia en línea y los aprendizajes adquiridos en este último año. Del lado de la política pública, el riesgo de falta de conectividad y acceso a computadoras en las universidades, así como la carencia de asistencia técnica y presupuestaria en las universidades pequeñas y medianas que impedían el desarrollo de la enseñanza en línea antes de la emergencia, sofocando la innovación. Otra amenaza es mantener la concepción de que las carreras universitarias tal como las conocemos son el único camino para obtener habilidades avanzadas, cerrándose a la ola de disrupción que está ocurriendo al margen de las universidades.

Algunos de los protagonistas de esta ola de innovación educativa compartieron sus experiencias durante del evento virtual del BID. A continuación, mencionamos sus proyectos e iniciativas y resumimos sus reflexiones.

Iniciativas pioneras

Para Angélica Natera, directora ejecutiva de Laspau, tres aprendizajes valiosos para las universidades son dar prioridad a generar las competencias requeridas para la empleabilidad, ser capaces de aprender a reaprender o tener apertura para repensar lo que se enseña, y reconocer que la tecnología tiene el poder de eliminar fronteras, pero también de abrir brechas de desigualdad.  En este contexto iniciativas como Technological Frontiers, de Laspau y Microsoft, buscan generar un espacio para articular diferentes sectores de la sociedad para empoderar a las universidades para acelerar la adopción de tecnologías y convertirse en agentes de cambio.

De la misma forma, proyectos colaborativos como MetaRed, la red de Fundación Universia para temas de digitalización universitaria, una red de redes de responsables de tecnología de información de universidades públicas y privadas de Iberoamérica que buscan compartir mejores prácticas, casos de éxito y realizar desarrollos tecnológicos colaborativos que apunten a la transformación digital de las universidades. Tomás Jiménez, coordinador global de MetaRed, destacó el trabajo que viene realizando con los rectores de las universidades de la región producto del Diálogo Virtual con Rectores de Universidades Líderes de América Latina, organizado por el BID y Universia Banco Santander. Como resultado de este diálogo, se creó, junto con el BID, un curso online para rectores que les ayudó a desarrollar planes de transformación digital para sus universidades.

Otro ejemplo que pudimos conocer es del Gobierno de Costa Rica y su programa que otorga becas completas para cursos de programación de tres a cuatro meses con dos reconocidos bootcamps: 4 Geeks Academy y Desafío Latam. Se trata de una iniciativa del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (MICITT), en el marco de un programa financiado por el BID, que pudo capacitar en medio de la pandemia a más de 200 costarricenses. Federico Torres, viceministro de Ciencia y Tecnología del MICITT, y Vanessa Gibson, directiva de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (CINDE), organización aliada en esta iniciativa, destacaron que la apuesta por los bootcamps se debió al potencial transformador de esta metodología disruptiva para la formación de habilidades, la relevancia del sector TIC en el país (6% del PIB) y la demanda del sector privado por contar con talento humano capacitado. A partir de esta primera experiencia exitosa, MICITT y CINDE lanzaron una segunda convocatoria de becas en abril de 2021.

Marcelo Ricigliano y Diego Arias, directores de 4Geeks Academy y Desafío Latam respectivamente, coincidieron en que la motivación de su lado para participar en el programa del MICITT fue que el objetivo estuvo bien planteado y que el gobierno conocía la metodología de los bootcamps, así como las necesidades de las personas interesadas en la capacitación. Como el programa empezó antes de la pandemia, uno de los retos más importantes del proceso fue la adecuación de la convocatoria y la propia metodología de los bootcamps al formato virtual, lo cual se logró con éxito.

El caso de Costa Rica es un ejemplo que normalmente no sucede en otros países de la Centroamérica. El ofrecimiento de becas del estado a estudiantes para capacitarse con bootcamps de programación en otros países es casi imposible. Costa Rica fue el uno de los primeros países de América Latina y el Caribe en hacer esto posible.

Son numerosos los retos y aprendizajes que la pandemia deja a las universidades y a programas disruptivos.. Un aspecto fundamental es reconocer que la transición digital de las instituciones de educación superior latinoamericanas es un asunto prioritario. Todo lo aprendido durante el 2020 debe llevar a una efectiva transformación digital de las universidades, a la continuidad de programas disruptivos como los bootcamps y a repensar permanentemente la formación de talento en un mundo cambiante.

Fuente:https://blogs.iadb.org/innovacion/es/digitalizacion-acelerada-lo-que-la-pandemia-le-enseno-a-las-universidades/

¿Estamos listos para la longevidad en el trabajo?

El aumento en la expectativa de vida obliga a los empleados a prolongar su vida laboral y reta la creatividad de los empleadores. En 1960, la expectativa de vida era de solo 53 años, mientras que en 2017 era de 72 (80 en los países de mayores ingresos, de acuerdo con el Banco Mundial.

Considerar que la población será cada vez más longeva tiene diversos ángulos. Por un lado, quienes han retrasado la jubilación pueden contribuir al desempeño de las empresas por su profundo conocimiento institucional y la experiencia perfeccionada tras años de práctica.

Por otra parte, la certeza sobre el retiro complica el panorama tanto para las empresas como para la fuerza de trabajo experimentada. Hasta ahora, son pocas las organizaciones interesadas en aprovechar el valor de esta fuerza de trabajo. ¿Tu empresa tiene una estrategia considerando este cambio demográfico?

Los empleados con experiencia son un activo global

Los empleados de más de 50 años conforman el segmento que la legislación laboral describe como fuerza de trabajo con experiencia. En Mercer consideramos que esos parámetros deben revisarse dado el cambio en las dinámicas sociales y demográficas.  Dentro del grupo de trabajadores con experiencia hay quienes siguen activos por el deseo de aprender nuevas habilidades y otros lo hacen para financiar el costo de sus vidas.

El informe de Mercer La siguiente edad, siguiente etapa: un nuevo enfoque ante el envejecimiento y la longevidad confirma que la edad cronológica no incide en el deseo de trabajar, la salud ni la agudeza mental. No obstante, los empleados con experiencia no aparecen en los planes estratégicos de recursos humanos, pese a que serán un componente determinante en las organizaciones del futuro.

Por eso es urgente entender cómo estos trabajadores pueden contribuir a las metas de las organizaciones y qué costos representan. En otras palabras, poner manos a la obra ante un panorama ineludible.

Derribar prejuicios contra la longevidad

La investigación realizada por Mercer sobre el envejecimiento y la longevidad destaca que existen tres mitos arraigados en el mundo laboral acerca de los empleados con muchos años de experiencia. He aquí las verdades que nos ayudarán a derribarlos:

Dejar atrás los prejuicios en contra de la longevidad laboral no es una tarea sencilla y nuestros líderes están preparados para compartir contigo las estrategias que te permitan capitalizar los talentos, habilidades y el potencial de los empleados que posponen la jubilación, como:

  • Integración de nuevas tecnologías en los sistemas corporativos de RH
  • Opciones personalizadas de desarrollo profesional

Si quieres conocer más sobre este tema, te invitamos a visitar el sitio.Visita el sitio

“Redesigning Retirement for Longer Working Lives”

Un kit personal para vivir 100 años

¿Preparado para la longevidad en el trabajo? La sesión de trabajo que lideraron en Davos nuestra Presidenta y CEO, Martine Ferland, e Yvonne Sonsino, Co-líder Global de la plataforma Next Stage de Mercer las expertas de Mercer, abordó el rediseño del trabajo y la jubilación para quienes, por nacer hoy, probablemente vivirán un siglo. En este taller se mostró cómo aprovechar el poder de la longevidad y los hallazgos se reunieron en un paquete informativo: “Redesigning Later Life”, un kit de uso personal con:

  • La información compartida en la reunión
  • Un plan de prueba y desarrollo de soluciones

Fuente:https://www.latam.mercer.com/our-thinking/longevidad-en-el-trabajo.html

Innovación y desarrollo productivo en la era del COVID-19: Lecciones de 2020; desafíos de 2021

by Gonzalo Rivas 

¡Terminó el 2020! Antes de dejarlo atrás, ¿cuáles lecciones deberíamos llevarnos de lo vivido? ¿Qué desafíos nos esperan en este nuevo año que acaba de empezar? Desde el punto de vista de la ciencia, la tecnología y la innovación, reflexionamos aquí sobre lo que aprendimos y sobre los retos que tendremos que enfrentar en el 2021.

El inicio de la vacunación en muchos países es un signo alentador de que la pandemia podrá ser superada durante el 2021. Sin embargo, los efectos del COVID-19 nos seguirán acompañando por un buen tiempo. Y si bien estamos todos ansiosos por cerrar este capítulo, es importante reflexionar sobre el nuevo paisaje que nos dejó el 2020 así como entender bien los retos que tenemos por delante para poder superar esta crisis de la manera más rápida, efectiva y sustentable.

Lecciones de innovación y desarrollo productivo frente al COVID-19

Con el inesperado surgimiento y la vertiginosa expansión de la pandemia, quedó claramente confirmado que es crucial disponer de capacidades estratégicas locales. La velocidad y la efectividad de las respuestas ante la emergencia presentaron claras diferencias de acuerdo con el nivel de las capacidades científico-tecnológicas de cada país y con el nivel de desarrollo de sus ecosistemas de emprendimiento e innovación. Un aspecto interesante para destacar es la rapidez con que investigadores y emprendedores provenientes de diversas áreas de trabajo debieron enfocarse en los retos planteados por la urgencia sanitaria. El desarrollo de tests rápidos de detección del COVID-19, o el diseño y fabricación de ventiladores fueron algunos de los ejemplos destacables en la región.  Una vez más se demuestra que disponer de talento es un activo enorme para los países.

La experiencia también mostró la relevancia del tejido institucional de cada país. En este sentido, las agencias de promoción de innovación y emprendimiento reaccionaron rápidamente, generando convocatorias y llamados para canalizar recursos hacia las áreas de necesidad definidas por la autoridad sanitaria. Más aún, estas entidades jugaron un rol crucial en la articulación de las demandas y las ofertas disponibles, al ayudar a identificar con precisión cuáles eran las necesidades más urgentes generadas a raíz de la pandemia y comunicarlas a los actores del ecosistema. Los países que disponen de un ecosistema de emprendimiento e innovación fuerte han podido movilizar las capacidades y talentos de sus ecosistemas para desarrollar respuestas rápidas a la crisis generada por la pandemia.

En un marco de fuerte restricción fiscal será un gran desafío para los países de América Latina y el Caribe invertir recursos para continuar desarrollando o incluso mantener estos ecosistemas. Más aún, si la ciencia, la innovación y en general el fomento al desarrollo productivo no han estado dentro de las prioridades continentales en años previos, ¿por qué habrían de estarlo ahora?

Sin embargo, contrariamente a lo que esperaríamos, ya varios gobiernos se han aproximado al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para solicitar apoyo técnico y financiero en estas áreas. Las razones que explican esta renovada demanda tienen que ver con el entendimiento de la naturaleza de los retos que plantea la recuperación de la actividad económica y el empleo en un contexto muy distinto al de antes de la pandemia.

Retos para el desarrollo productivo en la post-pandemia

El primer y más evidente reto es la transformación digital acelerada. Este es un proceso que ya venía en curso, pero que adquirió inusitada rapidez en el último año. Pero no es un proceso uniforme y el riesgo de acentuar las desigualdades ya prevalecientes es alto. No todas las empresas están preparadas para transitar hacia la transformación digital, lo cual es particularmente cierto para el caso de las MIPYMES. Este es un proceso que va mucho más allá de la adquisición de equipamiento y paquetes tecnológicos, que requiere asistencia técnica y apoyo experto para modificar los modelos de negocios.

También se ha hecho evidente que existe una dramática escasez de talento digital en la región. Ello presenta la urgente necesidad de establecer programas masivos de asistencia técnica y de formación acelerada de personal con competencias digitales, para ayudar a las empresas de América Latina a enfrentar el nuevo contexto económico-social creado por la pandemia.

Por otra parte, no todos los empleos perdidos se recuperarán en las firmas previamente existentes, pues muchas de ellas no se han adaptado a la nueva forma en que está funcionando la economía. Mientras más rápido se constituyan y progresen los emprendimientos que las van a sustituir, más rápido se recuperará el empleo. Este nuevo contexto genera destrucción, pero también abre oportunidades. Muchos países de la región tienen establecidos programas de apoyo a la innovación y al emprendimiento que han probado ser exitosos. No sostenerlos en este momento sería un error crucial, pues el impulso a emprendimientos con alto potencial de crecimiento será más relevante que nunca en los próximos años para lograr aumentar el empleo.

Cabe subrayar, que hablamos aquí de programas que buscan apoyar emprendimientos con potencial de crecimiento, es decir con un alto grado de selectividad. Los estudios disponibles muestran que ese tipo de programas pueden tener impactos positivos y significativos cuando están bien diseñados e implementados. No ocurre lo mismo con los programas masivos de fomento al emprendimiento que no usan mecanismos rigurosos de selección, en los cuales una y otra vez se comprueba que son un desperdicio de recursos públicos.

Finalmente, un tercer desafío que se avizora para la región es generar las condiciones para hacer realidad las oportunidades de atraer inversiones en virtud de la reconfiguración que está produciéndose en las cadenas globales de valor. Existe una abrumadora evidencia de que las firmas no relocalizan actividades de alto valor agregado si los lugares de destino no cuentan con una adecuada oferta de personal calificado y con posibilidades de desarrollar innovaciones. En consecuencia, los países de la región que quieran aprovechar las oportunidades abiertas por lo que se ha dado en llamar “nearshoring” tendrán que invertir en formar talento y en fortalecer las capacidades locales de I+D y de innovación.

En resumen, el 2020 fue un año muy difícil para todos. La pandemia del COVID-19 ha acelerado ciertas tendencias de desarrollo, como la digitalización, y puesto en evidencia la necesidad urgente de nuestra región en fortalecer las capacidades estratégicas científico-tecnológicas para responder a un mundo en constante evolución, donde cambios inesperados son la regla y no la excepción.

Fuente:https://blogs.iadb.org/innovacion/es/innovacion-y-desarrollo-productivo-en-la-era-del-covidd-19-lecciones-de-2020-desafios-de-2021/

Una peor crisis económica para ellas.

Fátima Masse

FOTO: GRACIELA LÓPEZ/ CUARTOSCURO.COM

María es una mujer que durante años trabajó en el sector turístico como cocinera en un hotel de lujo en Cancún. El 20 de marzo de 2020, mientras ella hacía cuentas sobre en qué gastaría el bono que recibe cada año por trabajar horas extra durante Semana Santa, su jefa la llamó. Le dijo que el hotel tendría que prescindir de sus servicios porque cerrarían las siguientes semanas por el coronavirus y no habría turistas en las vacaciones. Su jefa le prometió llamarle más adelante para volver a contratarla.

Dos meses después, en mayo, María decidió que ya no podía esperar la llamada del hotel, pues tenía que generar un ingreso para sus dos hijos y la liquidación era insuficiente. Empezó a cocinar sus especialidades para venderlas entre sus conocidos. Meses más tarde, le llamaron del hotel para ofrecerle un contrato temporal. No aceptó porque no tenía con quien dejar a sus hijos, quienes debían aprender a distancia y no podían ir a casa de sus abuelos por miedo a los contagios. Y así, María cerró el 2020: llena de incertidumbre, extrañando su normalidad anterior y preocupada por el futuro. Como ella, 2.6 millones de mexicanas que trabajaban en el sector de servicios de hospedaje y alimentos sufrieron los efectos del confinamiento por la pandemia en México.

El nuevo coronavirus ha detonado una crisis económica mundial peculiar a causa de las medidas tomadas para detener la propagación del virus, pero sus efectos no se han sentido de manera homogénea entre la población. Por la naturaleza de la crisis, las mujeres han sido las más afectadas y enfrentan condiciones aún más desventajosas al regresar al mercado laboral, lo que pone en riesgo décadas de avance en materia de equidad.

El virus que impuso nuevos desafíos laborales 

Alrededor del mundo, el coronavirus está cambiando las dinámicas laborales. Se han generado nuevas oportunidades, pero también han surgido desafíos que conllevan riesgos para los grupos más vulnerables. De acuerdo con el reporte Employment outlook 2020: Worker security and the covid-19 crisis, de la ocde, en la mayoría de los países se observa un aprovechamiento del trabajo remoto. Sin embargo, millones de trabajadores perdieron sus empleos debido a que las empresas dejaron de contratar o quebraron a raíz del confinamiento. Además, los jóvenes, los trabajadores con menos habilidades, los migrantes y las mujeres han sido los grupos más afectados.

Estas tendencias también están presentes en México. Por un lado, corporativos y profesionistas han aprovechado la posibilidad de trabajar desde casa. Desafortunadamente en este país, solo entre el 20 y el 23% de la población ocupada labora en actividades que podrían ser realizadas desde el hogar. Y estas oportunidades están concentradas entre los trabajadores que ganan más.

Ante este panorama, para ambos sexos, el cierre de la economía por el confinamiento implicó que millones de personas perdieran su trabajo, como se aprecia en la Gráfica 1. Sin embargo, desde julio los hombres han tenido un regreso a la economía sostenido, y están próximos a alcanzar el nivel que tenían en el primer trimestre del año. El caso de las mujeres es distinto, pues su recuperación inició después y ha mostrado cambios más moderados.

En crisis económicas anteriores, los hombres han sido más afectados, por laborar principalmente en sectores cíclicos, como la manufactura o la construcción. Pero la evidencia internacional revela que los efectos de la crisis por covid-19 han recaído de forma desproporcionada sobre las mujeres, al grado de que varios medios de comunicación en inglés y expertos se refieren a esta crisis económica como “shecession”. En países como México, donde desde antes de la pandemia ya existían barreras para las trabajadoras, este choque en la economía es un factor de riesgo.

Recuperación lenta y tardía para las mujeres

Previo a la pandemia, a pesar de los avances y esfuerzos para sumar a más mujeres en la economía, México contaba con una baja participación económica femenina. De acuerdo con datos del Banco Mundial, a principios de 2020 solo 44 de cada 100 mexicanas estaban económicamente activas (PEA), es decir, tenían un trabajo o estaban en búsqueda de uno. Esta proporción ubicó a México como el quinto país de América Latina con menos mujeres en el mercado laboral, detrás de Puerto Rico, Guatemala, Cuba y Guyana.

El confinamiento inició el 23 de marzo y durante ese mes una mayor proporción de mujeres perdió su empleo en comparación con los hombres. Según cifras de la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (etoe), entre marzo y abril, casi 12 millones de personas perdieron su trabajo. Al analizar la cifra por sexo, vemos que 5 millones eran mujeres y 7 millones hombres. Sin embargo, las mujeres que perdieron sus empleos representaban el 23% de las ocupadas en marzo y los hombres el 20% de los ocupados en marzo.

Esta caída desproporcionada podría tener su razón de ser en que los sectores donde trabajaban más mujeres fueron los más afectados. Según cifras del primer trimestre de 2020, el 53% de las mujeres estaban contratadas en rubros donde había mayor contacto entre personas: hospedaje, servicios, comercio y educación. Los mismos que fueron los primeros en parar durante el confinamiento, al no ser considerados como esenciales.

Hacia mayo hubo un incremento en el número de mujeres ocupadas del 3.4%, equivalente a 565 mil 103 trabajadoras, lo que contrasta con una ligera caída en el de sus pares hombres. No obstante, la mayoría de estos nuevos trabajos eran no remunerados, como tareas de cuidados o de limpieza, los cuales se han exacerbado con la pandemia.

La situación para las mujeres es grave porque no solo el golpe fue mayor para ellas, sino porque su recuperación económica ha sido más lenta. En la gráfica 2 se presenta la tasa de participación económica de hombres y mujeres de marzo a octubre. En el mes de junio hubo una leve recuperación en la PEA, ya que 5.7 millones de personas regresaron al mercado laboral, teniendo un total de 51.1 millones de personas económicamente activas, de las cuales el 39% fueron mujeres y el 61% hombres. Durante el resto de los meses hubo una trayectoria constante y ascendente para los hombres, en comparación con una leve alza para las mujeres.

Para octubre, el 87% de los hombres que perdieron su trabajo en abril ya se había reincorporado al mercado laboral, mientras que solo el 70% de mujeres habían recuperado su empleo. A pesar de lo optimista que a primera vista puede considerarse esta información, es relativamente engañosa porque no se está aprovechando el talento en su máxima capacidad. Esto es visible si analizamos de cerca la brecha laboral, un indicador que contempla a la población desocupada, la subocupada (que está empleada por menos horas de las que quisiera ofrecer) y la disponible para trabajar pero que por las condiciones no está buscando trabajo. Desde 2018 esta brecha ha sido mayor para las mujeres, durante la pandemia tuvo un salto para ambos sexos, pero en el caso de las mujeres su regreso a los niveles anteriores ha sido más lento.

Además, aunque poco a poco las mujeres están regresando al mercado laboral, no todas lo están haciendo a sus trabajos anteriores. Entre abril y octubre, la proporción de mujeres empleadas se redujo, mientras que otras categorías como trabajadoras por cuenta propia y no remuneradas se incrementaron. De manera que el caso de María podría ser generalizado porque cada vez más mujeres necesitan ofrecer sus servicios o vender algún producto por su cuenta para compensar la falta de ingresos. Y sin olvidar a las mujeres que durante el primer trimestre del año tenían un empleo e ingreso seguros y ahora realizan trabajo no remunerado.

En cuanto a esto último, la pandemia aumentó la demanda de cuidados al interior de los hogares, reduciendo las horas disponibles de las mujeres para trabajar. De acuerdo con una encuesta de ONU Mujeres e Ipsos realizada en mayo, el 53% de las mujeres en México consideraron que su carga de tareas en el hogar se había intensificado a causa del confinamiento. En buena medida, el modelo de clases vía remota impulsado por las autoridades educativas contribuyó a esta crisis de cuidados, pues las mujeres tienen que estar al pendiente de las actividades escolares de sus hijos y no pueden contratarse en los sectores que han reanudado labores presenciales.

Si bien el trabajo por cuenta propia y el no remunerado permiten mayor flexibilidad para obtener ingresos, también implican una precarización en las condiciones laborales. Por ejemplo, según la ENOE del primer trimestre de 2020, casi el 87% de las trabajadoras por cuenta propia estaban en el mercado informal con un ingreso promedio mensual de 2 mil 873 pesos. En contraste, una mujer subordinada y remunerada ganaba casi el doble, con un ingreso promedio mensual de 4 mil 774 pesos, y tenía mayores probabilidades de contar con seguridad social. Sin embargo, solo el 56% de las mujeres trabajadoras pertenecen al sector formal. De no prestar atención a estas señales, el cambio en las tendencias laborales podría profundizar las brechas salariales que afectan a la mayoría de las mujeres en México y todo el mundo.

Mujeres con menores ingresos

México es uno de los países de la OCDE con mayores diferencias en el ingreso entre mujeres y hombres. En 2019 fue el quinto país con mayor brecha salarial después de Finlandia, Israel, Japón y Corea.

La brecha salarial es la diferencia entre lo que ganan las mujeres y los hombres, dividido entre el ingreso de los hombres. Para dimensionar los datos de la OCDE, en 2019 una mexicana ganaba 81.2 pesos por cada 100 que ganaba un hombre. Esto equivale a casi seis pesos menos que el promedio de los países de la organización y casi 15 menos que en Colombia, el país miembro con la menor brecha salarial.

Esta situación no ha cambiado a lo largo del tiempo. A pesar de que este indicador es volátil, según datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, de 2005 a 2018 ha oscilado entre el -20% y el -30%. Solo en 2019 las mujeres ganaron un poco más, pero esto no fue suficiente para tener remuneraciones similares a las de sus pares varones.

La pandemia también provocó recortes de sueldos y de ingresos, por lo que las diferencias entre mujeres y hombres se han cerrado. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en el tercer trimestre de 2020 el ingreso de los hombres ocupados fue 1.2 veces mayor al de las mujeres, la menor brecha salarial desde 2005. Aun así, cerca del 16% de las mujeres ocupadas se considera en pobreza laboral, por el bajo nivel de sus ingresos.

¿Qué pasará con las mujeres en la economía una vez que termine la pandemia? A juzgar por las tendencias actuales del mercado laboral existe la posibilidad de que su presencia se reduzca y que aquellas que se encuentren laborando sufran peores condiciones que los hombres. Por ello, es importante que se diseñen e implementen acciones para revertir los efectos que recaen sobre ellas.

Algunas propuestas para salir de la crisis

La lucha por la igualdad en el mercado laboral ofrece una oportunidad económica en plena pandemia. El estudio “Una ambición, dos realidades” de McKinsey encontró que si en México la tasa de participación económica de las mujeres fuera la misma que la de los hombres se podrían generar en 2025 hasta 810 mil millones de dólares adicionales, equivalentes al 70% del pib nacional. Estos beneficios se deben a una mayor fuerza laboral, a un incremento en las horas trabajadas y a una serie de cambios en los sectores de ocupación.

Para materializar estos beneficios, es necesario implementar políticas públicas capaces de revertir los efectos desproporcionados sobre las mujeres que se asocian con la pandemia y evitar que estos se consoliden en un retroceso para la equidad laboral. Desde el Instituto Mexicano para la Competitividad, A. C., hemos hecho algunas propuestas para lograr este objetivo en México.

Es urgente robustecer las estadísticas para medir las brechas de género. Contar con mejores datos contribuirá a la generación de mejores políticas públicas, por lo que se necesitan estadísticas con mayor cobertura, representatividad y transversalidad, y que estén desglosadas por sexo.

Otra propuesta es generar incentivos para que las mujeres continúen estudiando y trabajando. Una forma de hacerlo es aprovechar las becas y el programa Jóvenes Construyendo el Futuro para que niñas y mujeres jóvenes reciban un apoyo mayor que sus contrapartes varones. Esto aunado a medidas para elevar la calidad académica y programas de capacitación que podrían mejorar las expectativas laborales de más mujeres.

La alta demanda de tareas de cuidados que se dio en estos meses recordó la necesidad de avanzar en la creación de un sistema universal de cuidados infantiles. Este sistema permitiría que las madres trabajadoras continuaran con su participación laboral incluso durante la pandemia. No obstante, en México las prestaciones alrededor de los cuidados (como los servicios de guarderías) son un privilegio exclusivo de los trabajadores formales. Sin embargo, se pueden impulsar medidas para ampliar la cobertura del sistema de cuidados: aumento en los subsidios para guarderías y escuelas, hacer deducibles los gastos por cuidados y legislar para incrementar los presupuestos locales y federales en la materia.

Aunado a esto también se tiene que reestructurar el esquema de licencias de cuidado. La agenda legislativa actualmente contempla ampliar la licencia de maternidad a catorce semanas, crear la licencia de paternidad y las licencias para atender eventualidades críticas de carácter médico familiar. Pero durante la pandemia ha surgido la necesidad de otro tipo de licencias, como son el acompañamiento a los hijos por motivos escolares y las licencias por aislamiento a portadores de covid-19. Todas estas deben diseñarse pensando en impulsar la participación equitativa de hombres y mujeres en las obligaciones de cuidado.

Y por último, pero no menos importante, lo que nos ha demostrado el trabajo desde casa es la urgencia de incentivar la adopción de políticas corporativas de integración entre la vida personal y la laboral. Este tipo de políticas son trajes a la medida que cada organización puede implementar para flexibilizar, en la medida de lo posible, las condiciones laborales para que sus empleados puedan compaginar sus necesidades personales con las exigencias del trabajo. Algunos ejemplos son el teletrabajo, días personales con goce de sueldo y horarios flexibles, entre muchos otros. Por la carga tan alta que tienen las mujeres dentro del hogar, estas políticas pueden alentar a que más de ellas se sumen al mercado laboral. Además, podrían generar beneficios para los empleadores como una menor tasa de rotación y posibles aumentos de productividad. Más aún, este tipo de políticas han permitido la operación de muchas organizaciones a nivel mundial durante lo más álgido de la pandemia. Por ello, desde el gobierno se deben generar incentivos para que más empleadores las aprovechen a través de una certificación pública y voluntaria que reconozca a quienes las adopten.

Publicado por El Financiero
01-01-2021

Fuente:https://imco.org.mx/una-peor-crisis-economica-para-ellas/?fbclid=IwAR3a_Ki5Aqvp3CaqIWb46ZX__KtY2QGqbDlcGclLYSNR3s3MErZY4F-0E08

Infraestructura digital como herramienta social y económica

 by Antonio García Zaballos 

La aparición y propagación de COVID-19 han hecho que los retrasos en conectividad y digitalización en América Latina y el Caribe (ALC) sean aún más visibles. El cierre de actividades, impuesto como medida para reducir la transmisión del virus, incrementó la demanda de herramientas digitales que permitiesen continuar realizando actividades económicas, educativas y sociales de forma remota.

Es por esto que una de las prioridades para ALC debería ser llevar la conexión a quienes aún no la tienen, pues la conectividad es una condición necesaria, aunque no suficiente, para obtener los beneficios generados por las tecnologías digitales.

Infraestructura digital ¿cómo es la conectividad en las zonas rurales?

A pesar de que las redes de banda ancha dan cobertura a una parte importante de la población, es importante considerar las diferencias que existen dentro de los países. La conectividad en las zonas rurales es sustancialmente menor a la conectividad en localidades urbanas. De hecho, para las localidades rurales con bajos niveles de marginación las redes de banda ancha cubrían apenas el 70%, mientras que sus contrapartes urbanas contaban con cobertura al 100%. Entre las localidades con altos niveles de marginación, las redes de banda ancha dan cobertura a menos del 10% de las localidades rurales, contra el 90% en localidades urbanas. Esto puede verse reflejado en la siguiente Figura 1.

Calidad del acceso también es clave

Para realizar actividades productivas a distancia de forma eficiente, la velocidad del servicio debe ser la adecuada; es decir que la calidad de la conexión también es importante. En un contexto de COVID-19, la dimensión de calidad se vuelve de central importancia cuando varias personas en un hogar, por ejemplo, requieren conectarse simultáneamente. Las bajas velocidades de conexión aumentan las condiciones de exclusión, pues conllevan una desventaja para las personas más marginadas dentro de un hogar – personas de origen indígena, niñas, o mujeres, por ejemplo, dentro del contexto de la distribución intrafamiliar de los alimentos y recursos en situaciones de crisis económica – en el uso de soluciones digitales para el trabajo a distancia y la educación en línea.

Más aún, podemos decir que la falta de habilidades para el uso de internet y de las tecnologías de información y comunicación (TICs) en general podrían haber agravado los efectos del coronavirus en la región al dificultar la transición digital de diversas actividades.

En la situación actual, las telecomunicaciones pueden ayudar a mantener la actividad económica durante la pandemia, a continuación, hacemos un análisis de cómo la infraestructura digital puede contribuir a lo largo de las distintas fases:

Primera etapa: La Crisis

Las telecomunicaciones hacen posible el trabajo a distancia para aquellos negocios donde esta es una opción viable, permitiendo a las empresas continuar su operación. En su mayoría, esto es posible gracias a redes de internet de banda ancha fijo de amplia cobertura, pero en ciertos casos las redes móviles pueden actuar como sustitutos, aunque con ciertas limitantes en cuanto a su capacidad.

Pero adicionalmente a los beneficios derivados del teletrabajo, las telecomunicaciones también hacen posible hacer compras por internet, ayudando a que la población permanezca en sus casas y también permitiendo a las tiendas conservar algo de su actividad, la cual tendría que suspenderse de otra manera. Dado que el comercio digital en la región parece variar entre el 1-2% (comparado con el Reino Unido, donde ahora alcanza el 20%). Hemos calculado que el comercio digital podría incrementarse por un factor de tres durante el periodo de confinamiento.

Finalmente, es innegable el efecto que el acceso a internet genera en la prestación de servicios públicos. Por ejemplo, en el caso del sector educativo, permiten tomar clases a distancia, por lo que la educación no debe sufrir en demasía, permitiendo por ejemplo a los alumnos acceder a sus maestros, o a cursos masivos en línea (massive on-line courses, MOOC). De igual modo, las telecomunicaciones pueden ayudar con el cuidado de la salud, al permitir realizar consultas de video/audio con los médicos, y reducir así la necesidad de hacer a personas vulnerables trasladarse, y permitir el monitoreo remoto de condiciones potencialmente peligrosas, como la diabetes.

La siguiente tabla 2 estima un impacto agregado de la infraestructura digital sobre las distintas actividades durante la pandemia para los distintos países incluidos en la muestra de más de US$1,600 millones.

Segunda Etapa: Recuperación

Durante la recuperación es posible que varias de las actividades descritas en la sección de crisis continuarán siendo aplicadas – por ejemplo, es posible que se exhorte a las personas a que continúen trabajando a distancia y las restricciones sobre la educación podrían seguir siendo aplicadas. Además, las telecomunicaciones podrían desempeñar un papel clave en el monitoreo y seguimiento para prevenir un rebrote, o en permitir que ciertas medidas sean retiradas con mayor rapidez conforme los datos sobre el impacto de estos cambios queden rápidamente disponibles, permitiendo que dichos cambios sean revertidos pronto en caso de ser necesario.

Tercera Etapa: Nueva Normalidad

La nueva normalidad seguramente involucrará una reconstrucción de la economía, mientras se procura reducir el riesgo de sufrir una nueva pandemia (o un resurgimiento de la pandemia actual). La gran lección de la crisis actual es que las telecomunicaciones desempeñan un papel vital para un país tanto del punto de vista económico como social, mucho más allá de lo que se había pensado anteriormente.

A grandes rasgos, esto implica que los gobiernos, reguladores y otros actores similares deberían ver aún mayores incentivos para promover la implementación rápida de redes de banda ancha fija y móvil. Cómo podrían hacer esto es el tema que trata la siguiente sección de este informe.

Al objeto de minimizar el impacto del COVID-19 sobre la economía y los servicios públicos podríamos identificar una serie de acciones que podrían tomar los gobiernos. Entre ellas podemos identificar:

  • la eliminación de barreras al despliegue de infraestructura y el desarrollo de mecanismos regulatorios tales como la compartición de infraestructura y los derechos de paso,
  • la asignación del espectro disponible,
  • la asignación de subsidios para zonas el despliegue de infraestructuras en áreas de escaso interés comercial por parte del sector privado, y finalmente
  • facilitar el acceso a dispositivos para hogares de bajos ingresos.

Es momento para actuar rápido pues lo que los países de la región hagan hoy en infraestructura digital no sólo tendrá un impacto sobre el PIB actual sino también sobre la posibilidad de desarrollo económico y social en el período post pandemia.

Una versión de este artículo fue publicada originalmente por el autor en El País de España.

Fuente:https://blogs.iadb.org/innovacion/es/infraestructura-digital-como-herramienta-social-y-economica/?fbclid=IwAR1av6473pH9PQ-LTOZiaeznhvYki7zDUzutEZWNDqQpFEy5MFGeMCIpoxE